27/12/08

El gentilicio de la gente de Ávila

Siempre me ha llamado la atención la denominación de abulenses. El cambio de la b por la v en el devenir histórico resulta del todo lógico, pero la u por la i es algo más complicado de asimilar. Bueno, realmente hablo de oídas, porque de otra cosa no entenderé, pero de filología, ni idea.

Me gustaría compartir con mis paisanos y con todo aquél que quiera unos datos que he buscado y que pueden ayudar a perfilar el verdadero nombre de los abulenses. Tampoco ha sido un esmero bestial, pero algo es algo.

En primer lugar, desde el Centro de Estudios Abulenses, de Abla, Almería, he extraído un texto que nos permite visualizar la confusión al interpretar los testimonios de Ptolomeo. Lean y tomen sus propias conclusiones:


La cuestión de fondo está en la antigua ciudad de ABVLA, origen de donde procede el gentilicio “abulense”, cuya confusión en su localización geográfica ha originado que a ésta ciudad castellana se le haya atribuido el antecedente de esta histórica ciudad y por consiguiente su gentilicio. Para resolver la cuestión planteada, resulta de especial importancia identificar la ciudad de Abula, mencionada por el célebre geógrafo Ptolomeo (s. II) en su obra Geographia (II 6, 60), que la localiza en la “regio” ibérica de Bastetania. También aparece mencionada históricamente como una de las primeras ciudades hispanas cristianizadas en el siglo I, según la tradición cristiana de “Los Siete Varones Apostólicos”, cuyo evangelizador S. Segundo estableció en la misma su sede episcopal. Los historiadores modernos han revisado la geografía ptolomeica de la península ibérica, identificando la ciudad de Obila situada en la región central de los vettones con Ávila, mientas que Abula la localizan en la región sureste de Bastetania, juntamente con la ciudad de Acci (Guadix), que geográficamente está próxima a Abla. Establecida la identidad histórica de Abula y Abla, surge la cuestión de la atribución del gentilicio “abulenses”. Actualmente existen varias ciudades y poblaciones que comparten un gentilicio común, podemos citar a título de ejemplo: Huesca, Huéscar (Granada) y Adahuesca (Huesca), cuyos habitantes se denominan comúnmente “oscenses”. También sucede con los procedentes de Galilea (La Rioja) y Pozo Estrecho (Murcia), que se denominan igualmente “galileos”. Por razones anteriormente aludidas, el gentilicio “abulense” aparece actualmente compartido tanto por los naturales de Ávila como por los de Abla (Almería).



http://centrodeestudiosabulenses.blogia.com/2007/120801-el-gentilicio-de-abla-abulenses.php

En Wikipedia vienen otros datos que nos pueden resultar de interés, aunque no es este un medio muy fiable. Este medio confirma el topónimo vettón Obila para la ciudad y añade las formas Abila o Abela para la época romana. Ningún rastro de u.

Por otra parte, en el libro Toponimia de Ávila (Eduardo Tejero Robledo. -- Ávila : Institución Gran Duque de Alba, 1983 253 p.) encontramos más testimonios que pueden ayudar en este tema.


El Mapa de Castorius, geógrafo tardorromano, sitúa ABVLOBRICA al sur del Duero, pero Rodríguez Almeida duda de la asimilación con el ABVLA medieval y el AVELA, Obila y Oliba de los romanos.



En distintos textos episcopales se hace referencia a los obispos abilensis y abelenses, de nuevo la dichosa u sigue sin aparecer.

P. Enríquez Flórez ha interpretado de esta forma que viene a continuación el doble gentilicio de los naturales de Ávila: avileses y abulenses:


Según él, abulenses (atestiguado desde el siglo XII o antes) responde a un error de transcripción de la forma griega Abula (Abila) que, lógicamente, usa la u (ípsilon) para lo que suena i. La lectura incorrecta de esta ípsilon por u en vez de por í originó el pseudocultismo abulense que, iniciado quizás en la cancillería regia o eclesiástica, pervive como gentilicio erudito, emparejado con el más popular y auténtico: Avileses. (España Sagrada, ed. citada, T. XIV, págs. 1 y ss.).





J. Corominas, quizás demasiado taxativamente, escribe: Como la identificación tradicional con un Abula (o Abla u Obila) romana o prerromana está desacreditada (?) hay una razón de sobra para sospechar que Avila sea el gótico AWILÔ (o el masculino AWILA, muy antiguo y bastante frecuente). (Tópica Hespérica, I, págs. 58-59). Y continúa el lingüista catalán: Como indiqué en Homenaje a Dámaso Alonso (405-406), ningún topónimo español con i postónica interna puede ser muy antiguo: cuando más, puede venir de la época visigótica; tanto Avila como Epila (que Polorny sospechó fuesen sorotápticos (= precelta o paracelta), deben ser, por consiguiente, nombres de personas germánicos. (Tópica Hespérica, II, p. 271).



Y después añade:




Pero la identificación tradicional barrida drásticamente por J. Corominas no está tan desprestigiada y es obvio mantener su continuidad.


Así que mejor dejar las cosas como están, no revolver el tema, y dejar a nuestra ultraconservadora ciudad intacta no vaya a ser que nos manden a la hoguera por herejes.

26/12/08

El canturrezo

En estas fechas tan señaladas, me llena de orgullo y satisfacción hablar de los tradicionales aguinaldos. Mas en este caso, hablaré de cómo se llevaba a cabo en mi pueblo. El nombre de canturrezo viene, como se puede observar a simple vista, de canto y de rezo, pues era lo que hacían los niños que iban de casa en casa pidiendo los limosna en estas fechas navideñas. En casas donde se guardaba luto decían “ni canto ni rezo”, y los críos pasaban a la siguiente puerta. Antaño eran los niños de las familias más pobres los que acudían a las casas de los vecinos de la localidad en busca de lo que buenamente podían ofrecer por caridad. De hecho, en los pueblos se consideraba rico a aquél que poseía cuatro vacas, dos gallinas y un cerdo. Eran otros tiempos, donde los desperdicios orgánicos no existían, pues constituían buena parte de la dieta de los animales domésticos, donde el uso de los recursos naturales se hacía de manera sostenible sin haber inventado aún el término sostenibilidad, donde los niños cuidaban de las reses familiares desde que aprendían a andar sin haber inventado aún el término explotación infantil, donde hombres y mujeres participaban de todas las tareas cotidianas sin haber inventado aún el ministerio de igualdad, donde… en fin, eran otros tiempos.

Hoy día, todo está mercantilizado, generalizado y completamente deshumanizado. El niño, por llamarlo de alguna manera, no tiene necesidad de recibir el aguinaldo, ni ilusión, y el interés que ponen en el villancico es el mismo que pondrían al abordar la lectura de un libro. Pero este debe ser el precio de la modernidad, la obtención de recompensas al mínimo esfuerzo. Luego nos quejamos de que los jóvenes de hoy no son emprendedores, no se arriesgan en los negocios y, teniéndolo todo, quieren más y más sin mover un dedo.

No me entretengo más, que he hablado de todo menos del canturrezo.

Felices fiestas.