6/5/11

De cómo el fanatismo desprestigia el periodismo

Reconozco que no debería perder mi valioso tiempo con un asunto tan mundano como el fútbol, pero soy una mente débil que se deja llevar por la masa y me he tragado los cuatro clásicos tan cacareados en los medios. También influye en ello que sea forofo del Barça, o quizá mi animadversión a todo lo que venga del Real Madrid. Situación la cual no me impide reconocer que el arbitraje fue favorable para los culés, al menos en el segundo partido, si bien esas decisiones no creo que condicionaran especialmente el resultado final.

Pero no he venido hoy aquí para hablar de árbitros ni de futbolistas, sino de gente mucho más poderosa y que, por tanto, debería tener una mayor formación ética y cultural a la hora de desempeñar su trabajo, y si la tienen, que no lo dudo, al menos demostrarlo: los periodistas. En los medios deportivos habrá grandes profesionales pero mientras los cabecillas sean gente como el hooligan Roncero y el terror de los mendigos Lama todo el trabajo serio se va por la borda. En este caso solo hablaré de la prensa de Madrid que es la que sigo esporádicamente, pero me consta que acaece tres cuartos de lo mismo en la de la ciudad condal. Y me ciño a los periodistas porque a los jugadores se les ha de juzgar por las meteduras de pata en el campo, no en las ruedas de prensa. Es compatible ser bocachancla y buen lateral a la vez. Pero comportarse como un ser irracional sin atender a la ética de tu profesión ya es más discutible. Y en estos días de fervor futbolístico ha habido varios ejemplos.

Lo que nos reímos hace unos meses cuando Laporta hablaba de la “caverna mediática españolista”. Pues el tiempo le ha dado la razón. Todo empezó con las acusaciones a Piqué de haber dicho unas palabras que más tarde desmintió. Yo si tengo que creer a alguien, lo hago al jugador, que siempre se ha dejado los cuernos jugando con la selección y ahora vienen estos fanáticos a malmeter. Luego llegó la final de Copa y la ocurrencia del diario Marca de alentar al aficionado madridista a llevar una rojigualda. Claro, como jugaban contra un equipo extranjero… lo curioso es que todos aquellos que portaban tal enseña consideran a Cataluña parte de su tierra. Parece como si los que no pensamos que los catalanes formen parte de nuestra nación fuésemos los que más respeto les mostramos.

Y la apoteosis final viene con la eliminación de su equipo del alma de la Champions League. Ahí aparcaron definitivamente todo el razonamiento que pudieran almacenar y se entregaron de lleno a decir burradas. Pero como en este país el que hace gala de su ignorancia en público es vitoreado, se cubrieron de gloria. La afición del Real Madrid, que siempre ha sido ejemplar, amante del buen fútbol, está totalmente obnubilada con el “aquí y ahora” de sus medios, su presidente y su técnico. Lejos queda la Quinta del Buitre, incluso dejaron atrás la fascinación por la laboriosidad de Raúl. Se quejan de ser apestados para la UEFA frente a otros clubs con políticas distintas a la vez que adoran a ritmo de Rigoletto a un señor que se atreve a despotricar contra Unicef. Y la prensa encantada, más vende.

Ahora resulta que para la prensa madridista después de anular un gol por una falta involuntaria en el Nou Camp se ponen a bailar una sardana. Vayamos por partes.

1. Algo que se anula es porque pierde validez, se suspende. Luego si el árbitro pitó antes, todo lo que viene inmediatamente después no es que se anule, es que no existe.

2. ¿Una falta involuntaria? Me dan un pelotazo en la mano dentro del área y corto la trayectoria del balón, ¿acaso no me pitan penalti?

3. Alguno no sabe que el catalán, al igual que el castellano, deriva del latín y cuando se une un sustantivo y un adjetivo la formación es similar. Pero queda más exótico decir nuevo campo que campo nuevo.

4. Dar vueltas en corro abrazándose al cuello del compañero es bailar una sardana, toma ya. Y cuando se tiran unos encima de otros para celebrar un gol hacen un castell.

En fin, que la fuerza de la masa es tan fuerte que continúo siguiendo el fútbol, ese “deporte” en el que el rey es el que mejor simula, más tiempo pierde descaradamente y con mayor fuerza golpea al contrario con intención de causar daño. Simultáneamente se ha estado jugando otra “champions”, la Heineken Cup de rugby, pero esos no tienen ni idea de lo que es deporte, ¿qué es eso de respetar las normas a rajatabla, sangrar como cochinos y no renegar y reunirse los equipos contrarios a comer y beber una vez terminado el partido? Habrase visto.