Se hace un repaso al ejercicio económico de Castilla y
León, reuniéndose los representantes de la comunidad con los del Ministerio de
Hacienda. El panorama es desolador, tan solo dos ayuntamientos están al día en
el pago a proveedores, siendo enorme la deuda de los restantes. No pueden
permitirse quedar mal a los ojos de los mercados y se pierda la confianza en
los entes públicos, por lo que deciden maquillar los resultados. De este modo,
destinan buena parte de los presupuestos para cubrir la morosidad municipal.
Valladolid y Segovia se quejan, han ido gastando acorde a sus ingresos y
obtienen el mismo premio que León o Burgos, que se han endeudado de tal modo
que les resultaría imposible pagar a los proveedores con sus propios recursos en
décadas. Pero esto no queda ahí. A nivel particular también el pequeño
asalariado observa cómo paga sus impuestos con normalidad mientras los grandes
empresarios que han defraudado a Hacienda obtienen una amnistía fiscal. Y la
pregunta es: viendo esto, en el siguiente ejercicio económico ¿dejarán de despilfarrar
quienes no cumplen o esperarán a que vuelvan a rescatarlos? ¿Quienes llevan sus
cuentas al día seguirán así o se relajarán al ver que obtienen el mismo
tratamiento que quienes derrochan?
En la escuela se hace un repaso de los resultados de los
alumnos de la clase reuniéndose los docentes en el claustro de profesores. El
panorama es desolador, muy pocos alumnos son los que obtienen unas notas dignas
mientras el resto no son capaces de llegar al aprobado, ni tan siquiera a
acercarse. No pueden permitirse quedar tan mal y que el colegio pierda
prestigio y se hable de fracaso escolar, así que toman la decisión de maquillar
los resultados. Para ello levantan la mano y dan un aprobado general. Pedro y
Fuencisla protestan, porque fueron haciendo los deberes que los mandaron a lo largo
del curso y ahora se encuentran con que tienen el mismo premio que Camino y
Lesmes, que se pasaron todo el año mirando a las musarañas. Incluso en otras
clases se ha llegado a oír que los profesores han recibido regalos de familias
acomodadas para que sus hijos ya no obtengan un aprobado, sino una buena nota. Y
la pregunta es: viendo esto, el curso siguiente ¿estudiarán más los peores
alumnos o se limitarán a esperar el aprobado sin esforzarse? ¿Los alumnos
aplicados seguirán por el buen camino o rebajarán su exigencia consigo mismos
al ver que su dedicación no tiene recompensa?