La carrera espacial se
encuentra en punto muerto. La crisis mundial hace que la gente vea cada vez
peor las millonadas que se gastan las agencias y esto obliga a reducir el
presupuesto. La NASA decide contratar al filósofo ruso Yaroslav Astronenko al
frente del programa espacial. En poco
tiempo ha conseguido que los científicos abandonen irrelevantes tareas
terrenales, como la exploración de Marte, y se pasen el tiempo reflexionando
sobre la volatilidad del ser. Hace unos días declaró que había que torpedear
todos los satélites de comunicaciones de otros países que estuvieran a tiro,
porque lo ideal es que solo llegue una señal uniforme a todo el mundo. Además,
no olvidando sus orígenes, ha decidido que parte del dinero de la NASA se
destinará a financiar a la agencia espacial rusa. Todas estas cosas están
creando un gran descontento en la ciudadanía, que pide su dimisión. Sus más
fervientes defensores alegan que viene avalado por su titulación y varios
doctorados y másteres en humanismo y trascendencia. Mientras tanto, han
despedido a los profesionales mejor preparados y los que quedan echan más horas a cambio de un salario más bajo, los ingenieros tienen que compartir
ordenador porque no hay suficientes para todos y los satélites se fabrican a contrarreloj
y sin los medios necesarios corriendo el riesgo de convertirse en basura
espacial antes de su funcionamiento y los más caros los están usando para enviar señales
de emisoras de radio locales. Evidentemente, esta historia no es real.
La educación en España va de
mal en peor. Cada reforma que se sucede es un paso atrás en la calidad de la
enseñanza y el país sigue al frente de Europa en tasas de abandono escolar. Para
colmo, el Gobierno decide que es donde primero hay que recortar para
hacer frente a la crisis y pone al frente del Ministerio de Educación a José
Ignacio Wert. El otro día adaptó Educación para la Ciudadanía a la ideología de
su partido y declaró que había que españolizar Cataluña, dando a entender que
la escuela está para adoctrinar a la juventud; el desarrollo de capacidades y
adquisición de cultura deben ser algo secundario. Además, recordando su juventud en
el Colegio del Pilar, pretende que una buena parte del dinero que está quitando
a la escuela pública sea destinado a concertar la privada, aunque sea
segregacionista. La mayoría de la población no está conforme con su gestión y
le pide que dimita. Sus partidarios aluden a su excelente formación como licenciado
en Derecho y su máster en Sociología Política para que permanezca en el cargo. Y
mientras se produce este debate, han despedido a los profesores mejor
preparados y los que quedan ven reducido su sueldo y multiplicadas sus horas, los
alumnos tienen que compartir mesa porque las clases están saturadas y no hay
más sitio y al terminar los estudios no encuentran empleo, ni tan siquiera
los titulados universitarios, que quizá tengan la suerte de trabajar en un bar
o un supermercado. Sorprendentemente, esta historia es real como la vida misma.