En principio estas tres cosas apenas tienen relación. Se puede resumir este artículo en que en la Eurocopa había gente con banderas que llevaban tatuado el toro de Osborne, ese que está plantado en muchos de los cerros que jalonan las carreteras del Estado, donde se producen los accidentes que llevan a estas vías a engrosar la negra lista de las causas de mortalidad contemporánea: las tres “c” (cáncer, carretera y corazón).
Ya acabó el alboroto de la Eurocopa. Tenemos toooooooodo el verano para aguantar a los futboleros, sus insufribles cánticos y sus proclamas patrióticas. Se ve que no tengo un especial aprecio por el balompié (alias furgol). No acabo de comprender la cantidad de millones que mueve cuando un jugador mediocre de balonmano, si fallara la mitad de lo que falla el mejor delantero del mundo, sería despedido inmediatamente. El fútbol es un juego impreciso, violento y casi siempre aburrido. Pero muy mediático.
Pero bueno, como lo echaban por la tele me he tragado unos cuantos partidos, algunos de ellos de lo más entretenido, para qué mentir. Aunque aún sabiendo que voy a ver el mejor partido de la historia, no pagaría más de 20€ por ver uno en directo. Miles de personas proclamando cánticos guturales y sin coordinación, improperios varios y hasta degenerados tirando la merienda al campo a ver si atinan en la crisma de algún jugador del equipo contrario. Todo ello muy educativo. Como diría Montes, “fútbol, pasión de multitudes”, que debido a su carácter pasional e irracional quedaría mejor con la frase de Marx “el opio del pueblo”. No quiero ni mucho menos comparar a Marx con Montes, aunque si se hiciera una encuesta en cualquier grada de cualquier estadio de fútbol español habría un alarmante porcentaje de gente que desconocería al pensador y te diría alguna patochada del bufón.
El momento de mayor apogeo fue en Cuartos. Te asomabas a la ventana y veías a todo el mundo asomado, celebrando, coreando, gritando. Ese día decidí salir a dar un paseo por la calle, para librarme del bochorno casero y así también vivir un poco el ambiente de fiesta. Coches a toda velocidad dando pitidos. Banderas. Muchas banderas. Muchas banderas de todo tipo, con escudo, sin escudo, bicolores, tricolores, hasta con pollo… Pero había una que me llamó la atención sobre ninguna otra. La del toro de Osborne.
Es curioso como han conseguido hacer de una marca publicitaria un símbolo patrio. Contando por añadido que no es una marca publicitaria normal, de un coche, un banco o un detergente. Publicita ni más ni menos que una bebida alcohólica. Puede que los chavalucos que ahora con tantas ganas hacen ondear banderas con esta silueta no sepan lo que simboliza, pero los mayores, y no tan mayores, sabemos que lo que promociona es un brandy.
Para rematar el despropósito, te colocan unas siluetas enormes de dicho toro en las principales vías de comunicación. Y encima se ve como algo que da prestigio. Increíble. Un país donde gran parte de los accidentes de tráfico se producen por influencia del alcohol (recordemos el accidente de Málaga donde murieron varios turistas finlandeses tras estrellarse contra su autobús un conductor ebrio) y que tenga como principal símbolo de sus carreteras la publicidad de una bebida alcohólica.
Ya acabó el alboroto de la Eurocopa. Tenemos toooooooodo el verano para aguantar a los futboleros, sus insufribles cánticos y sus proclamas patrióticas. Se ve que no tengo un especial aprecio por el balompié (alias furgol). No acabo de comprender la cantidad de millones que mueve cuando un jugador mediocre de balonmano, si fallara la mitad de lo que falla el mejor delantero del mundo, sería despedido inmediatamente. El fútbol es un juego impreciso, violento y casi siempre aburrido. Pero muy mediático.
Pero bueno, como lo echaban por la tele me he tragado unos cuantos partidos, algunos de ellos de lo más entretenido, para qué mentir. Aunque aún sabiendo que voy a ver el mejor partido de la historia, no pagaría más de 20€ por ver uno en directo. Miles de personas proclamando cánticos guturales y sin coordinación, improperios varios y hasta degenerados tirando la merienda al campo a ver si atinan en la crisma de algún jugador del equipo contrario. Todo ello muy educativo. Como diría Montes, “fútbol, pasión de multitudes”, que debido a su carácter pasional e irracional quedaría mejor con la frase de Marx “el opio del pueblo”. No quiero ni mucho menos comparar a Marx con Montes, aunque si se hiciera una encuesta en cualquier grada de cualquier estadio de fútbol español habría un alarmante porcentaje de gente que desconocería al pensador y te diría alguna patochada del bufón.
El momento de mayor apogeo fue en Cuartos. Te asomabas a la ventana y veías a todo el mundo asomado, celebrando, coreando, gritando. Ese día decidí salir a dar un paseo por la calle, para librarme del bochorno casero y así también vivir un poco el ambiente de fiesta. Coches a toda velocidad dando pitidos. Banderas. Muchas banderas. Muchas banderas de todo tipo, con escudo, sin escudo, bicolores, tricolores, hasta con pollo… Pero había una que me llamó la atención sobre ninguna otra. La del toro de Osborne.
Es curioso como han conseguido hacer de una marca publicitaria un símbolo patrio. Contando por añadido que no es una marca publicitaria normal, de un coche, un banco o un detergente. Publicita ni más ni menos que una bebida alcohólica. Puede que los chavalucos que ahora con tantas ganas hacen ondear banderas con esta silueta no sepan lo que simboliza, pero los mayores, y no tan mayores, sabemos que lo que promociona es un brandy.
Para rematar el despropósito, te colocan unas siluetas enormes de dicho toro en las principales vías de comunicación. Y encima se ve como algo que da prestigio. Increíble. Un país donde gran parte de los accidentes de tráfico se producen por influencia del alcohol (recordemos el accidente de Málaga donde murieron varios turistas finlandeses tras estrellarse contra su autobús un conductor ebrio) y que tenga como principal símbolo de sus carreteras la publicidad de una bebida alcohólica.
1 comentario:
Frase del César: ¡Vino y futbol! O no, era quizá, "Pan y circo" ?
Increible, increible !
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