Esto es una joya periodística que me encontré por casualidad rebuscando entre papeles viejos. Lo incluí en uno de mis primeros mensajes en Foros Castilla y no quiero que se pierda tras las innumerables páginas que la han ido solapando. Una bestial crónica sobre la decadencia de nuestra tierra y el inmovilismo de nuestra gente antes de que la transición nos fuera adormeciendo del todo. La pena es que tan solo haga referencia a la CCAA de Castilla y León, obviando al sur de Castilla.
"""En los últimos treinta años ha emigrado de Castilla-León millón y medio de personas, pero en 1595 Mayorga de Campos tenía casi doble población que San Sebastián (633 vecinos contra 372), Paredes de Nava era como Santiago de Compostela y Valladolid era superada solamente por Toledo dentro de la Península. ¿Por qué se fueron tantos? No porque se tratase de una “raza inferior” -como decía el presidente de la Generalidad, Maciá-, no porque vivieran en una tierra mísera, como han dicho todos los políticos. ¿Por qué se fueron y por qué siguen yéndose?
“Cuando nosotros éramos nosotros”, Castilla tenía el 83% de la población de España, pero un campesino castellano pagaba, durante todo el siglo XVI, cinco veces y media más impuestos que un ciudadano de la Corona de Aragón. Durante el siglo siguiente, pagaba 8`38 veces más cada castellano que cada aragonés o catalán. Después de la reforma del gran azote de Cataluña, Felipe V, un castellano pagaba 29`5 reales de impuesto, mientras un catalán pagaba solamente 11`5. Las razones de las luchas independentistas catalanas y vasconavarras son las razones del deseo de no pagar. “Los que tiran la piedra se vendan enseguida la mano”, decía Gonzalo. Y D. Francisco de Quevedo escribía al Padre Nuestro Señor Felipe IV:
En Navarra y Aragón
no hay quién tribute un real;
Cataluña y Portugal
son de la misma opinión;
sólo Castilla y León
y el noble pueblo andaluz
llevan a cuestas la cruz.
Pero ¿de qué sirven ahora los agravios de la historia? Hoy mismo una imprenta burgalesa paga de impuestos un millón de pesetas al año; la misma imprenta en Navarra paga 50.000 pesetas. ¿Solución? La imprenta castellana se va a Navarra (y los que en ella trabajan también). El INI, que nace para “disminuir los desequilibrios regionales”, opina, por ejemplo, que no es rentable industrializar Castilla e instala la SEAT en Barcelona. Luego, la empresa privada (Renault) elige Castilla. De 230.000 puestos de trabajo creados por el INI, las once provincias castellano-leonesas tienen 5.000, y de naturaleza extractiva: saltos eléctricos y uranio.
De los créditos de los nueve bancos oficiales hasta 1970, a cada español corresponderían 5.000 pesetas. Un navarro –que no paga impuestos al país común- se ha llevado 50.000; un vasco, 17.000; un segoviano, 2.000. Esta ha sido la aplicación del dinero público en estos tiempos de centralismo y hegemonía castellana.
Ahora mismo, de un crédito para deudas de entidades locales (organizado por el difunto señor Viola siendo director general de Administración Local), de 28.000 millones de pesetas, han correspondido para todo León y Castilla menos de mil millones. La mitad del total, para la provincia de Barcelona. Por ejemplo.
Un constructor leonés debe cargar un 15% de impuestos en la obra en la que concurra. Si es navarro o está establecido en Navarra no cargará un duro porque el famoso Concierto le exime: se llevará, pues, la obra y esta obra se levantará en León o en Medina del Campo. ¿Por qué la sede social del TALGO de los Oriol está en Ribabellosa? Navarra se lleva 6.000 millones a cuenta nuestra.
Los impuestos percibidos del 95% de las vacas leonesas se pagan en Cataluña a través de las multinacionales lecheras y como el que más recauda más recibe, la riqueza de Castilla se queda fuera. La leche de Hospital de Órbigo (León) se envasa condensada “bajo licencia de Granja Castelló, S.A. Mollerusa (Lérida)”, según pone en el bote.
Si faltan vino o corderos en Castilla se realizan “importaciones de choque” para que no suban los precios al consumidor, ¿cuándo se han importado televisores en color alemanes, que valen la mitad que los fabricados en Madrid o en la sometida periferia? Hace veinte años, un campesino pagaba unos zapatos alicantinos con diez kilos de trigo; hoy necesita cien kilos. Cuando el pacto de la Moncloa autoriza subidas salariales del 22%, a los agricultores se les autoriza el 8%.
El otro día los zamoranos (algunos de cuyos pueblos no están aún electrificados) pidieron cinco céntimos por cada kilovatio producido en la provincia. Se les dijo que no con malas palabras. Pero Castilla (un 9% de la población) produce el 23% de la energía eléctrica y nada gana con ello, salvo que se impida crear regadíos y que esa energía les cueste lo mismo que a los de Tarragona, a pesar de las pérdidas de transporte: un 20%. Los impuestos se recaudan en el lugar de la comercialización, como si la riqueza eléctrica fuera creada en Bilbao, y no junto al río Esla. De todos modos, estas provincias excedentarias de energía eléctrica han sido elegidas para instalar en ellas centrales nucleares. El hierro y el carbón leoneses mantienen vivos, con los obreros “coreanos”, los altos hornos de Avilés y Vizcaya. En Castilla, mercado para las “nacionalidades”, no se pueden montar industrias.
Ahora, algunas cajas de ahorros castellanas se han negado a entregar su dinero al Estado centralista, que hasta hoy lo ha invertido preferentemente en las provincias periféricas. Con sólo seis meses de ahorro de las cajas se habría concluido el Plan de Tierra de Campos, que lleva diez años atascado y que básicamente ha consistido en rellenar los baches de algunas carreteras. Y lo que podría ser un paraíso para la ganadería –es el lugar mejor dotado de Europa para el crecimiento de alfalfa- es un vasto páramo vacío. No interesa regar. Interesa crear energía eléctrica para las fábricas extramesetarias.
Los agravios se multiplican con números y documentos. Castilla se ha sacrificado por toda España y sólo ha recogido pobreza, menosprecio e insultos."""
JESUS TORBADO
EL PAÍS, martes 28 de Febrero de 1978
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